martes, agosto 31

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Ahora
que golpeo
con ambas manos la misma puerta
solo el eco de un cuarto vacío
responde mi llamado.
A quién llorar, a quién acudir, a quién gritar
cuando no se tiene en la garganta más que desaire.
Yo no puedo juntar las manos y rezarle al viento esperando milagros:
"A este lo hicieron sin cruces, sin fe."
Este sufre y sangra el dolor ajeno
para que, cuando herido,
solo lo cubran de sanguijuelas y le digan Hasta mañana.
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