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El difunto se perdió en la tierra.
Su viuda corrió un mueble.
Perdida en su rutina, encontró tiempo
para inventar las palabras
que la salven del olvido.
Al mira por la ventana
notó por primera vez
lo amarillo de su campo.
Quienes hablan en sueños
traen palabras del más alla,
repite dormida.
Y en su soledad
nadie la escucha.
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