viernes, marzo 19

.
.
.
Siendo niño conocí a una mujer.
Vestía solo un collar de piedras
de un color ciego y profundo, casi infinito,
como el hondo océano o los ojos sin alma de un pez.

Me enseñó a hacer con el aire un filo suave,
que en su perfección, puede cortar sin dolor alguno.


Antes de partir dijo:
"Cuando el amor sea una jaula,
solo cuando puedas entender
la verdadera naturaleza de aquel que sufre,
este filo será tu huida… y yo seré tu cuerda."
.
.
.