domingo, marzo 21

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Hoy es domingo.
Desperté de un sueño en el que nadaba para llegar a casa.
Descubro después de esto que la única cortina de mi ventana
es una lluvia muda.

Entonces, es domingo y llueve.

Días como estos están fuera del tiempo, de los almanaques.
¿Qué función podrían cumplir en la mecánica marcha de un ser?
Si preguntara, alguien respondería casi despectivamente: Ninguna.
Sin darme cuenta estoy murmurando una melodía,
no se a quien pertenece, la adopto como propia.
Y por un momento vuelve a mí una fugaz imagen, fracción de mi sueño,
cuya breve existencia me agita tanto que creo ser feliz.
Pero como dije antes… es fugaz.
Y es eso lo que la vuelve así, tan distinta.

Es domingo,
un día tentador para la tragedia.
Podría pensar en las personas que tanto extraño
o armar un cigarrillo.
Pero no, estoy sentado en la cama
embebido en esa extraña luz que solo pregonan las nubes
cuando logran devorar todo el azul.

Estoy en silencio,
casi inmóvil,
pensando las palabras
que vendrán después de estas.
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