martes, marzo 16

Casandra

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Intermitente...
Participe de un vals febril
que sus días animaron a callar.


Fue la primera verdad,
y así se alejo,
condenada por un sexo inclemente.


No tuvo estaciones,
ni tiempo
ni calma...


Suspiró inconciente
y asi comprendí...
Cuando la herida quema
su tinta se derrama.


Solo entonces escribe una plegaria enferma,
y la eleva, de pie, sobre las espinas.


Pero su dios no tiene ojos,
y de sus cuencos vacíos solo
brota el verbo más cruel.


Así de dulce es su karma,

así de eterna su pena.


Alucinada Casandra,

aguarda un cielo para amanecerlo.


Mientras tanto,

yo,

escribo para sostenerte presente.
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